Ahora más que nunca, darse un tiempo resulta imposible. Entre el estrés producido por el trabajo fuera y dentro del hogar, la irritabilidad es pan de cada día y nuestra rutina se hace insoportable. Llegamos a tal punto de desesperación que deseamos a como de lugar lo que sea para calmar nuestra fatiga y aburrimiento. Lo que sea, aunque no sea lo mejor.
Antes de “calmar” momentáneamente las infernales tensiones de la agitada vida diaria con atracones de comida u otros hábitos de consumo que pueden resultar aún más perjudiciales, podemos recurrir al prodigioso calor emanado de los baños de vapor, que además de proporcionar una sensación de relax casi celestial, proyecta sus efectos en una piel tersa y rejuvenecida, gracias a la oxigenación de las células.
Húmedos (baños turcos) o secos (sauna), el vapor de estos baños eleva la temperatura del cuerpo, obligándolo a sudar y, por tanto, a liberar toxinas y activar la circulación sanguínea. Además, el uso de hierbas medicinales como eucalipto, manzanilla, menta y hierba luisa en las cámaras de vapor también sirve para estimular el sistema respiratorio.
Fuente: Revista Somos
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