La piel es el reflejo corporal de nuestro estilo de vida. Muchas veces nos dedicamos a proteger el rostro -porque creemos que allí son más visibles las arrugas- y dejamos de lado otras partes del cuerpo que también merecen nuestro cuidado.
Sobre todo en verano, el cuello y el escote pasan la mayor del tiempo al descubierto y por tanto, están más expuestos a sufrir las consecuencias nocivas de los rayos solares y a mostrar uno que otro signo de envejecimiento prematuro.
La zona del cuello es particularmente sensible al envejecimiento y la agresión del sol, el calor, el frío o y/o la contaminación. En tanto, la parte del escote puede ser muy vulnerable a las prendas de lana o materiales sintéticos e irritarse con facilidad. Además, ambas pieles también reaccionan sensiblemente al estrés, el cansancio, la mala alimentación y el exceso de alcohol y tabaco.
Para cuidarlas debidamente, el primer paso es limpiar y tonificar esas zonas con una leche limpiadora, para luego aclarar la piel con agua tibia y pasar encima un tónico sin alcohol. En segundo lugar, debemos exfoliarlas una vez por semana y de manera muy suave, a fin de que se eliminen las células muertas.
Como tercer paso, debemos aplicar una crema hidratante a base de productos reafirmantes -como colágeno, o elastina- y antioxidantes (como vitamina C o E). Posteriormente, realizar un masaje con algún aceite a base de aguacate, almendras o germen de trigo a temperatura tibia. Y si podemos, una mascarilla de textura suave y consistente de forma esporádica para dar firmeza a la piel, pero sin hacerla parecer rígida.
Fuente: Emmblog.com
Imagen: Margencero.com
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