Cuando queremos vernos lindas, un poco de maquillaje siempre ayuda. Pero pasadas las horas se puede tornar en lo contrario, ya que el sudor y la contaminación del ambiente imprimen su huella en nuestro rostro, haciendo que la pintura se corra y quede un brillo que es no es precisamente el resplandor de nuestra belleza.
Por ello la importancia de tener siempre a la mano un “corrector” para transformar el exceso de grasa (que, por cierto, a todas les ocurre) en destellos de luminosidad. Y la opción ideal son los llamados polvos traslúcidos.
A diferencia de lo que parece, estos polvos no son transparentes (ya que dejarían el cutis opaco). Sino que deben tener una tonalidad ligeramente amarilla para proporcionar un efecto cálido en la piel.
Los hay de dos tipos: los libres y los compactos. Los primeros pueden utilizarse en casa o actividades cotidianas. Mientras que por su consistencia, los segundos son ideales para darnos “retoques” en salidas importantes o cuando haga mucho calor (pues dan una textura más uniforme).
En ambos casos, se debe aplicar una esponja de tocador con los polvos sobre frente, barbilla y nariz, creando una especie de ligera nube. Luego hay que esparcir con la brocha de arriba hacia abajo, de modo que arrastre los vellitos y ¡ya está!
Si queremos lucir con un toque más impactante de color, podemos usar encima de los polvos traslúcidos un rubor en tonos cálidos. Lo mejor es que son para todo tipo de piel y no afirman las arrugas (como dicen ciertos mitos, por supuesto, creados por los que saben del make-up).
Fuente: Hola.com
Imagen: El Mundo
Tags Blogalaxia: Belleza, Rostro, Maquillaje, Polvos Traslúcidos.
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