Temas como “Onda-Onda”, “Maomeno” o la no menos bailada “Danca da Manivela” se convirtieron en íconos coreográficos de las discotecas más populares de América Latina.
Y es que el axé -made in Brasil, como tenía que ser- contagia con sus cimbreantes movimientos a grandes y pequeños, que no solo ejecutan los arduos pasos por pura diversión, sino que aprovechan para bajar algunos kilitos y alimentar la ilusión de algún día tener las espectaculares siluetas de los bailarines de esta energizante danza.
Si bien ahora lo conocemos como baile, el axé encierra todo un movimiento musical surgido en la década de los 80 en la ciudad carioca de Bahía. Su nombre proviene del idioma yoruba y significa “energía positiva” y “fuerza vital”. Tiene sus raíces en los ritmos afro que dan origen a la samba, el frevo y el reggae, los cuales combina con el espectáculo del Carnaval de Bahía.
En los 90 la danza alcanza madurez y es en la década siguiente en que da el salto a la fama internacional de mano de diversas agrupaciones coreográficas -entre ellas, la más conocida es Axé Bahía– que modernizan los movimientos, fusionando pasos del afro, samba-reggae, hip-hop e incluso aerobics.
A pesar del auge de otros ritmos populares como el reggaeton, la cumbia y la bailanta, aún podemos encontrar en los gimnasios coreografías de axé siendo practicadas por entusiastas bailarines amateur, que a la par de divertirse y descargar tensiones, oxigenan su cuerpo, mejoran su coordinación y trabajan sus músculos de manera completa. Créanme que con esta rutina no necesitamos de más para tener una buena figura.
Fuente: Wikipedia.org
Imagen: Elmercurio.com
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