Cuando nos sentimos agobiadas por el estrés, nuestro cuerpo paga las consecuencias. Y los demás también, pues entre el dolor de cabeza y las contracturas en el cuello terminamos desquitándonos con quien menos tiene la culpa.
Por más obvio que parezca, la mejor cura a nuestra tensión es el descanso. El pequeño gran inconveniente es que nuestras actividades no nos permiten “echar un sueñito” para despejarnos. Peor aún en las épocas de mayor trabajo, que contradictoriamente es cuando nuestro organismo desgasta más energía.
Aunque no podamos dormir en las horas laborales, sí podemos hacer un intervalo para relajarnos con masajes. Esta terapia -que tiene como principal soporte a las manos del masajista- era utilizada desde tiempos antiguos para tratar el dolor, dar relax e impedir que se produzcan molestias mayores.
Hoy en día se han desarrollado -y se siguen desarrollando- diversas técnicas para lograr un efecto profundo y duradero. Pero como lo más probable es que en la oficina solo tengamos como instrumento las manos de un(a) amigo(a), tomemos en cuenta algunas premisas para evitar resultados contraproducentes.
- Los buenos masajes no producen dolor. Al menos, no generalizado, pues es normal que los movimientos creen cierta molestia sobre la parte contracturada, siempre y cuando sea sobre una zona específica y no dure más tiempo del que demora el masaje.
- Los movimientos no deben ser bruscos. Por el contrario, hay que aumentar poco a poco la fuerza poco a poco alrededor de las contractura hasta la el centro del dolor. Para ello conviene echarse boca abajo o sentarse con la espalda recta y los hombros ligeramente hacia atrás.
- Para un mejor efecto, durante la aplicación de los masajes se puede apretar una pelota anti-estrés o escuchar música suave. Solo cuidado con dormirnos de tanto relax.
Fuente: TratamientosAlternativos.com
Imagen: Cuidando mi Mundo
Tags Blogalaxia: Belleza, Salud, Aplicar Masajes.
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