Los colores son la risa de la naturaleza y las flores son su carcajada. Después de un largo y frío invierno, en sudamérica nos alegramos no sólo de los calientes rayos de sol, buenos para la piel (si no los recibimos en exceso y desprotegidos), sino también del florecimiento de la naturaleza en todos los colores. Y así después que se despierta el sentimiento de primavera llega el verano que a todos nos vuelve locos.
El esplendor despertado de los paisajes estimulan nuestro bienestar, entonces los colores nos dirigen la palabra desde los caminos de nuestro mundo. Nuestros ojos atrapan las ondas de luz como verdaderas pronunciaciones del arte y la sabiduría.
El rojo está presente como el primero en la recta final y será por eso a menudo introducido como señal de alerta. No en vano es el rojo el color del amor, revive, despierta los sentidos, nos proporciona una reafirmación de alegría, y nos despierta una energía incontrolable.
También la piel atrapa las diferentes oscilaciones de luz. Así el azul favorece la cura maravillosa, simboliza el deseo e irradia tranquilidad.
El color anaranjado nos proporciona buen humor. El amarillo transmite calor, optimismo y 
felicidad. El verde significa crecimiento natural, nos regala diversión, esperanza y confianza.
Así disfrutamos de la paleta de colores que la naturaleza con sus flores nos trae para ésta época del año.
Permitámosnos por lo menos un lindo ramillete de colores… o tal vez dos!
Fuente: Revista La Beauté
Imágenes: Burgvitalhotel, Lahn.de
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